domingo, 20 de noviembre de 2011

ANÁLISIS DE LA CRISIS


La CRISIS necesaria
Noticiario 
del 
futuro

En estos tiempos de crisis con mayúsculas, de dedos que señalan culpables en todas direcciones, de esfuerzos por definir lo que se ha hecho mal y, a su vez, interpretar los designios del destino; en estos tiempos de examen de conciencia, buscamos con la angustia de quien se queda sin aire una fórmula para el porvenir que ofrezca un horizonte de esperanza, un resurgir.

CRISIS con mayúsculas. Nuestra Crisis -digo nuestra porque nos pertenece- se ha hecho evidente sólo cuando la economía la ha hecho evidente. Pero antes ya estaba allí, entre nosotros, en cada uno de nosotros, como un cáncer que pudre por dentro pero que todavía no se ha manifestado y que, por tanto, en apariencia todo se percibe sano. Pero el cáncer estaba ya en nosotros.


En nuestra evolución como humanidad hemos pasado, en el último siglo, de las tiranías y los nacionalismos -democráticos o no- que nos empujaban a guerras entre pueblos al gobierno de los mercados que ejercen su poder sin conciencia. Estos últimos usan la democracia en su único favor mientras nosotros seguimos acatando unas leyes que esta vez se imponen desde la libertad. Leyes que en su mayor parte no se enuncian pero que están ahí impregnándolo todo y decidiendo la ruta de nuestras vidas.
Pero la solución no está en nada de lo que fue. No podemos instalarnos en la nostalgia de tiempos regidos por sistemas que tampoco resultaron. No podemos volver al nacionalismo popular ni de derechas ni de izquierdas, no podemos volver al control por parte de un Estado en manos de personas que no son dignas de alcanzar semejantes puestos de responsabilidad y la política de hoy impide la llegada de los Nobles; y no podemos seguir con la tiranía de los mercados. 
Pero ¿cómo se configura un nuevo orden? ¿Bajo qué valores y desde qué principios filosóficos construimos?
El primer paso que se puede proponer es el que ya se está haciendo -análisis profundo-, pero en vez de mirar hacia afuera y lejos, volver la vista hacia lo cercano, hacia nosotros como individuos y como colectivo. Poco importa si una élite desconocida -los que conocemos sólo son títeres- pulsó el botón de la crisis y la desencadenó para su propio interés. De verdad que no importa lo que hayan hecho esos pocos. Importa cómo hemos aceptado vivir, que normas hemos adoptado como propias y cuál es nuestro comportamiento como sociedad.




Occidente está en decadencia y  no se revertirá hasta que culmine su proceso. Y para que esto ocurra se deberá tocar fondo. Es cierto que el estado de bienestar y de protección social se sustenta y tiene su origen en un principio de solidaridad encomiable. Que la democracia llegó para controlar abusos y para que pudiéramos guiarnos a nosotros mismos desde la confianza en unos señores capaces y con voluntad de servicio. Pero en algún momento del camino comenzamos a perder nuestra conciencia. Y el espíritu se anuló progresivamente. Nos volvimos consumidores consumistas y ya nada podíamos hacer como individuos para salir de este sistema global. Pero hay una verdad repetida desde el principio de los tiempos: siempre que el espíritu este al borde de desaparecer y el materialismo esté a punto de conquistar a un individuo, a un pueblo o al mundo se producirá el resurgir de ese espíritu. El proceso siempre será catártico y se percibe como crisis.


Con todo mi pesar y desde una lectura metafísica creo que el sistema de bienestar que hemos conocido sucumbirá pese a los esfuerzos de algunos políticos y el deseo de la inmensa mayoría. Me atrevo a afirmar desde mi insignificante parecer que no hay nada que hacer para evitar el desastre. No se puede detener un proceso que está en marcha más allá de la comprensión de las personas. En nuestro caminar perdimos nuestro espíritu y este -nuestro Yo verdadero desde un punto de vista de seres completos- no permitirá su aniquilación. Y no lo hará porque sencillamente es imposible. Por definición, el Espíritu es inmortal, imperecedero, eterno y puro. Y sólo ante el despojo absoluto será posible el regreso a él.
                             Cancion del futuro




Vendrá otro tiempo y otro orden. Será un tiempo de Luz verdadera. Y por supuesto tendremos otras prioridades que impulsarán nuestras vidas. Por lo menos hasta que después de generaciones -hablamos de colectivo humano y no de la vida de unas pocas generaciones- se vuelva a incurrir en el pecado de olvidar al espíritu, momento en el que la codicia, el afán de dominación, el miedo y el egoísmo nos pongan de nuevo en otro trance. Trance del que resurgiremos siempre, una y otra vez, acercándonos en cada crisis hacia una Humanidad Superior. Porque ese y no otro es nuestro destino. Y esa y no otra es la razón de esta Crisis y de otras anteriores iguales o menores. No nos engañemos más, no hay salida de esta situación sin sacrificio. No porque ese sea el designio de los dioses, sino porque así lo hemos querido las personas.

Si hay culpables, lo somos todos. No sólo los que estamos en el mundo ahora y en especial en el primer mundo. Lo son también nuestros antepasados que sin reparar en lo que realmente hacían contribuyeron a la situación actual sin percatarse. Del mismo modo que nosotros hemos contribuido a esta Crisis olvidando al espíritu y cooperando con el Mal.

Se pueden hacer muchos y muy profundos análisis. Valorar y examinar sistemas de relación económica, cultural y de gobierno, pero eso poco cambiará el resultado. Debemos regresar al Espíritu y eso, me temo, sólo será posible si perdemos todo lo que tenemos. Si esta es la lectura acertada nada podremos hacer las personas para impedir que ocurra. Pero sí podemos comenzar a vivir en nuestros corazones el reencuentro con el Espíritu de tal modo que el amanecer no nos pille entre dolores desgarrados, sino con la fe en que ese sol que volverá a brillar en nuestras mentes es lo que verdaderamente queremos desde nuestro interior.


No sé cómo será el mundo que nos espera. Quizá no seamos capaces de verlo aún porque sencillamente no es el momento... aunque esté cerca, muy cerca. Ahora, todavía toca seguir cayendo. Espero que la caída no nos despoje despiadadamente de todo e incluso nos empuje a grandes guerras fratricidas o que la Naturaleza no se cebe a gran escala. Y que llegado el momento crítico nuestra conciencia colectiva despierte, recuerde su Espíritu y aborte lo peor. Porque si el objetivo de todo este embrollo es devolvernos a nuestra esencia universal, una vez se alcance ya no será preciso seguir cayendo. El peor de los escenarios posibles se desvanecerá en el acto en presencia de lo Superior.
LA GRAN 
DICTADURA